16/12/10

Censura, Prensa y WikiLeaks



Publicación: Jueves 16 de diciembre de 2010
Revista Caretas, Perú
 
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El Tribunal Constitucional peruano ha dictado recientemente una sentencia que generó preocupación. La decisión, se dijo, afecta el trabajo de la prensa al establecer que “los medios de comunicación social se encuentran prohibidos de divulgar o difundir interceptaciones y grabaciones de conversaciones telefónicas, salvo que exista la autorización de los interlocutores grabados para que sea conocida por terceros o un mandamiento judicial motivado que permita su difusión por ser de interés público, bajo responsabilidad de ser denunciados penalmente”. No me cabe duda sobre la equivocación del Tribunal a la luz de los estándares internacionales vigentes.

Pero se puede rescatar de la sentencia la opinión de algunos de los magistrados cuando rechazaron la prohibición señalada e indicaron que el camino no es la censura sino el impulso de la autorregulación de los periodistas como mecanismo para que personas privadas no sufrieran perjuicios innecesarios. Por ello, a pesar de que la decisión es errada, esta llama a debatir sobre la importancia del autocontrol de los periodistas.

¿Por qué lo resuelto por el Tribunal Constitucional en el párrafo citado es errado? Porque tomó en cuenta la jurisprudencia del sistema interamericano de una manera parcial y recortada.

Por supuesto que el derecho a la honra y a la intimidad han sido protegidos por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, incluso sosteniendo que intervenciones telefónicas ilegítimas representaban una violación a esos derechos. Lo que ha pasado por alto el Tribunal peruano es que la Convención Americana de Derechos Humanos prohíbe expresamente la censura previa.

Por ello la Corte Interamericana de Derechos Humanos consideró que la Convención es el texto de derecho internacional que otorga la garantía más generosa al ejercicio de la libertad de expresión que incluye el derecho a expresar, buscar o difundir informaciones. En los casos que se juzgaron acciones de censura impuestas por los estados (por ejemplo “Olmedo Bustos vs. Chile” –2001– o “Palamara Iribarne vs. Chile” –2005–) la Corte entendió que la prohibición de censura es absoluta en la Convención con la sola salvedad de regular el ingreso a espectáculos públicos “para la protección moral de la infancia y la adolescencia”.

¿Por qué me parece importante reflexionar sobre la autorregulación de los medios? La sentencia peruana genera debate sobre este tema en un momento en que el “episodio WikiLeaks” ocupa la primera plana de periódicos en todo el mundo. Por la razón que expuse antes, en países signatarios de la Convención, no debería haber chance de éxito intentar impedir que continúen las publicaciones mediante acciones legales para limitar las posibles consecuencias de la publicidad de los documentos que WikiLeaks entregó a algunos medios. Pero los medios que recibieron los documentos pusieron a trabajar a equipos de periodistas para determinar no solo qué información era de interés público, sino qué parte de ella podría estar poniendo en peligro la seguridad de algunas personas. Así es que se anunció que alguna información que pudiera mencionar nombre de espías, no se pondría en conocimiento público.

El “episodio WikiLeaks” seguirá abriendo debates y seguramente uno de ellos estará vinculado con el ejercicio responsable del periodismo. La autorregulación basada en reglas éticas autoimpuestas es necesaria, posible y además fortalece la convivencia democrática.

El beneficio que trae el periodismo independiente de gobiernos y de sectores de poder cuando realiza su trabajo es evidente: casos de corrupción o de violaciones de derechos humanos fueron expuestos a la luz gracias a la prensa. Lamentablemente, y con las excepciones de la opinión de alguno de los magistrados apuntadas, si las razones expresadas por el Tribunal Constitucional traspasaran las fronteras de Perú, tal vez no conoceríamos mucho de lo que hoy sabemos gracias a las publicaciones en la prensa de los documentos de WikiLeaks.

25/9/10

La situación de la Prensa en América Latina



Publicación: Sábado 25 de septiembre de 2010
O Estado do São Paulo, Brasil
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2/2/10

Journalism in Latin America: Who Should Pay the Bill?



Fecha: 02/02/2010
 
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Latin American countries need good quality journalism to protect, consolidate, and strengthen democracy. Historically associated to investigative journalists working for newspapers, good quality journalism is expensive and now faces serious challenges due to the unprecedented financial crisis affecting newspapers worldwide. If we agree that democracies need good journalism, somebody needs to pay the bill.

The only realistic -- and unfortunately very risky -- means for newspapers' survival is to receive help from the state. None of the other options, including that readers pay for their papers, private advertisement, and revenues from an endowment, will work in Latin America.

There has been an increase in the circulation of paid newspapers in several countries. Almost 2 billion people around the world read paid newspapers every day. However, revenues coming from subscriptions or daily payments are not enough to ensure papers' financial sustainability.

Private advertisement has been falling dramatically. According to the World Association of Newspapers, only from 2008 to 2009, newspaper advertisement revenues dropped 21% in North America, 16% in Western Europe, and 6% in Latin America. This trend, which began some years ago, will continue while newspaper advertisement moves to the Internet, and the numbers of web advertisement continue to increase.

The idea to transform newspaper companies into some sort of non-governmental organizations (NGOs) that would be supported by the revenues from a wealthy endowment will not work in Latin America. Such structure is possible in countries where a substantial group of people is willing to donate funds for this sort of projects, and where there are clear and predictable legal frameworks that allow for secure investments in a financial system such as a stock market. It is unlikely that this combination would exist in Latin America. But even if it did, the recent world financial crisis shows that this model is very risky.

Many Latin American newspapers have been historically supported by state funds, specifically through public advertisements. But when a state pays for public advertisement, it is not promoting a public policy to ensure independent journalism -- it is simply paying the media to publish information that it believes should be in the public domain. In addition, a major problem with public advertisement, in practice, is that public officials in Latin America have typically allocated it in a discriminatory fashion, as an indirect sanction to papers with an editorial line critical of the government.

So how should Latin American governments pay the bill? The focus should not be on allocating public advertisement, even if it is done in a transparent and non-discriminatory way. Governments must adopt clear public policies to strengthen democracies by, for example, granting subsidies and tax benefits in favor of newspapers. Clearly, the experience regarding how Latin American states have allocated public advertisement should serve as a model -- of what should not be done when drafting and implementing these new, necessary policies.