Hace pocos días
salieron nuevas noticias vinculadas al caso que se ha conocido como
el "Aleph engordado". No quiero ampliar ni analizar ese caso en
particular pero, vinculado con el tema que ventila, publico abajo mis
reflexiones que fueron parte de la conversación que mantuve con Fernanda Sández
para su
muy interesante nota publicada en el diario La Nación hace unas semanas.
Nuestra ley de
Derechos de Autor es de 1931. Tuvo muy pocas modificaciones. Pensar que una ley
redactada hace más de 80 años es aplicable a la era digital es cuestionable. Un
ejemplo? Todo lo que se hace en Internet, de alguna manera significa una
"copia". Cada vez que requerimos información de un sitio en la Web,
lo que se genera es una copia. Y no pedimos autorización para eso! Pero la
copia sin autorización es considerada ilegal. Nuestra ley, para peor, no tiene
excepciones, como la tienen muchas leyes en el mundo (Chile, hace pocos años
advirtió el problema y modificó su legislación porque ciertos "usos"
o "copias" de obras protegidas no pueden ser sancionados).
Una cuestión que
a veces se pierde de vista es que un objeto cultural casi siempre se construye
sobre objetos culturales de otros. Así funcionamos. Y la tecnología de hoy en
día nos da muchas más posibilidades para ese desarrollo. Como cuento en una nota que
publiqué hace un par de años, visité en el Museo del Prado la muestra "El Greco & la Pintura Moderna". Lo
que esa exposición me demostró una vez más fue que una buena cantidad de
artistas concretaron su inspiración en la obra del maestro cretense con trazos
llamativamente similares entre la obra propia y la ajena que era fuente de
inspiración. Es evidente que todos aquellos influidos por El Greco crearon
objetos culturales diferentes y que por ello, ningún "derecho de
autor" le hubiera correspondido a El Greco como para reclamarle a los
artistas que comparten la muestra en Museo del Prado. La tecnología de finales
del siglo XIX y comienzos del XX era sustancialmente diferente a la actual. Es
difícil saber que hubieran hecho Picasso, Pollock, Chagall, o tantos otros con
la tecnología digital. Me parece que lo que estos maestros hicieron con El
Greco, es lo que nuestras generaciones hacen con técnicas que conocemos como
"remix" o "mash up". Pero, aunque claramente los objetos
que se producen con estas técnicas son bienes culturales distintos a los que
son la base de su creación, las actuales regulaciones que protegen la
"propiedad" de los derechos de autor sin excepciones -como es el caso
de la vetusta ley 11.723 de Argentina- hacen que quienes las utilizan puedan
ser llevados a juicio para reclamar compensaciones por la "copia" o
"reproducción" de obras sin autorización.
Me arriesgo a
decir que pocos o nadie se escandalizarían si alguien crea una poesía usando
líneas de versos de poetas afamados, y diciendo de quienes son esas líneas. Se
afirmaría que es crear algo diferente, artístico para mejor llamarlo. Con las
técnicas de la era predigital era más difícil hacerlo. Hoy se puede hacer lo
mismo no sólo con una poesía gracias a las herramientas que tenemos. Una
persona que siempre recomiendo leer para entender estos problemas es Larry
Lessig, uno de los impulsores de Creative
Commons, que establece una nueva forma de licenciar obras sin necesidad que
todos los derechos queden
"reservados". Por ejemplo Lessig explica que cuando él era
estudiante, un compañero tenía la habilidad -que no todos tenían- de escribir
ensayos o artículos hilvanando párrafos de grandes autores. Los citaba al
final, pero no les tenía que pedir permiso! Y lo que hacía, además de difícil,
era transformar objetos culturales de otros en el suyo propio. Todo bien con
esa técnica, al alcance de pocos. Pero, como dije antes, hoy la tecnología nos
ofrece herramientas que hacen más popular ese tipo de creaciones.
Y para terminar:
pensar que no hay maneras de preservar derechos de autor en la era digital es
equivocado. El problema está en que muchas veces nos movemos en una discusión
de extremos: todo es libre vs. nada es libre. Tenemos que salir de esa
discusión. Las licencias Creative Commons son un ejemplo de cómo podemos pensar
distinto. La era digital nos permite ver que defender derechos de autor como lo
hace la ley 11.723 fomenta en realidad la ilegalidad. Cuando una ley
prácticamente no se respeta porque las circunstancias cambiaron hace que nos
merezcamos cambiar la ley, no las circunstancias.